NUEVA YORK (Reuters Health) -
Los pacientes con artritis reumatoidea que no logran responder a un medicamento biológico obtendrían frecuentemente mejores resultados con un segundo fármaco de la misma clase, informaron investigadores daneses en Annals of the Rheumatic Diseases.
"Nuestros datos muestran que los pacientes con artritis reumatoidea se benefician con el cambio a un segundo medicamento biológico", dijo a Reuters Health la doctora Elisabeth Hjardem. El orden en el cual se administraron los fármacos no pareció importar, añadió la experta.
El equipo de Hjardem, del Hospital Universitario de Copenhague, indicó que cerca del 30 por ciento de los pacientes tratados con fármacos de la clase de los bloqueantes del factor de necrosis tumoral alfa (TNF) necesitará un cambio debido a una respuesta pobre y a la presencia de efectos adversos.
El TNF-alfa está involucrado en la inflamación sistemática y en la regulación celular en el sistema inmune. La sobreproducción o desregulación del TNF-alfa puede causar una serie de desórdenes, como la artritis reumatoidea.
En el estudio actual, los expertos analizaron los efectos de los medicamentos diseñados para bloquear la función del TNF-alfa.
El medicamento inicial más común solía ser infliximab (Remicade) y los agentes de segunda línea eran generalmente adalimumab (Humira) o etanercept (Enbrel).
Para evaluar qué impacto tenían, los investigadores examinaron una base de datos nacional con 1.021 pacientes e identificaron a 235 que cambiaron a un segundo bloqueante del TNF-alfa después de que el primero fracasara.
La principal razón del cambio fue la falta de eficacia, informada por 109 pacientes. En tanto, la presencia de efectos adversos motivó la modificación en 72 pacientes.
Los pacientes que cambiaron de medicación solían ser los más jóvenes, los que tomaban mayores dosis de metotrexato y los que presentaban un mayor nivel de actividad en la enfermedad.
De los pacientes que modificaron el medicamento por los efectos colaterales, sólo el 15 por ciento siguió experimentando problemas y el fármaco continuó siendo efectivo.
La mejoría general "se produjo tanto en los pacientes con falta de eficacia como en aquellos con efectos adversos", dijo Hjardem.
El estudio fue a nivel nacional y representó la práctica clínica común, lo que hace que los resultados "sean aplicables a los pacientes con artritis reumatoidea en general", concluyó la autora.
"Nuestros datos muestran que los pacientes con artritis reumatoidea se benefician con el cambio a un segundo medicamento biológico", dijo a Reuters Health la doctora Elisabeth Hjardem. El orden en el cual se administraron los fármacos no pareció importar, añadió la experta.
El equipo de Hjardem, del Hospital Universitario de Copenhague, indicó que cerca del 30 por ciento de los pacientes tratados con fármacos de la clase de los bloqueantes del factor de necrosis tumoral alfa (TNF) necesitará un cambio debido a una respuesta pobre y a la presencia de efectos adversos.
El TNF-alfa está involucrado en la inflamación sistemática y en la regulación celular en el sistema inmune. La sobreproducción o desregulación del TNF-alfa puede causar una serie de desórdenes, como la artritis reumatoidea.
En el estudio actual, los expertos analizaron los efectos de los medicamentos diseñados para bloquear la función del TNF-alfa.
El medicamento inicial más común solía ser infliximab (Remicade) y los agentes de segunda línea eran generalmente adalimumab (Humira) o etanercept (Enbrel).
Para evaluar qué impacto tenían, los investigadores examinaron una base de datos nacional con 1.021 pacientes e identificaron a 235 que cambiaron a un segundo bloqueante del TNF-alfa después de que el primero fracasara.
La principal razón del cambio fue la falta de eficacia, informada por 109 pacientes. En tanto, la presencia de efectos adversos motivó la modificación en 72 pacientes.
Los pacientes que cambiaron de medicación solían ser los más jóvenes, los que tomaban mayores dosis de metotrexato y los que presentaban un mayor nivel de actividad en la enfermedad.
De los pacientes que modificaron el medicamento por los efectos colaterales, sólo el 15 por ciento siguió experimentando problemas y el fármaco continuó siendo efectivo.
La mejoría general "se produjo tanto en los pacientes con falta de eficacia como en aquellos con efectos adversos", dijo Hjardem.
El estudio fue a nivel nacional y representó la práctica clínica común, lo que hace que los resultados "sean aplicables a los pacientes con artritis reumatoidea en general", concluyó la autora.
FUENTE: Annals of the Rheumatic Diseases,
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